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jueves, 16 de agosto de 2012

Comparaciones y algunas esperanzas

Ahora mismo la vida, es como un laberinto. Voy caminando por un camino de obstáculos en el que a veces no encuentro paredes. Y es ahí donde aparece él. También sé que al final del laberinto es él quien me espera. Pero no estoy muy segura de si sabré encontrar el camino y llegar ilesa al final.
Me resulta tan difícil seguir con ganas, la energía que tengo es pobre, es la energía que él me da cada día con sus abrazos. Pero lo veo poco, y la energía es insuficiente. Entonces llego aquí y se me cae el mundo encima. Días y días que parecen no tener fin. Divisamos la meta y contamos las horas que nos quedan para que todo esto acabe pero no paran de retrasarla. Cada vez está más lejos y los días pasan, pero parece inútil porque mientras yo avanzo hacia la meta, ella tretrocede. Parece que nunca voy a llegar al final del laberinto. Y tropiezo y me levanto y vuelvo a tropezar. Ya hace tiempo que camino a gatas, para intentar no volver a caer pero es inútil otra vez, los brazos me fallan y de nuevo me estampo contra el suelo. Miro hacia delante para ver cuanto queda, pero las lágrimas no me dejan ver el final. Por suerte él me ve, lleva acompañandome todo el camino, y son sus palabras de ánimo las que me guían.
Ahora mi única energía son solo palábras pronunciadas a una distancia de 43 kilómetros. 43 malditos kilómetros...
Pero llegaremos juntos al final...llegaremos porque vamos de la mano...

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