Y yo sigo aquí inmersa en las tórridas tardes de verano donde no tengo nada más que hacer que reflexionar sobre el ayer y alegrarme por el hoy. Probablemente aquellos tiempos hayan hecho de mi la persona que soy hoy, y creo que es debido dar las gracias a los mismos por traerme a donde estoy, por estar donde me encuentro, con los ojos más abiertos que nunca.
Me alegro sobremanera de haber sabido darme cuenta de qué y quiénes merecen realmente la pena. Hoy, afortunadamente, veo más allá de lo que nunca vi.