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sábado, 2 de julio de 2011

El regalo más grande

Adentrándose en lo más espeso del bosque oscuro, alumbrado, a lo sumo, con la luz de la luna, ambos, cogidos de la mano. Él se queda quieto y ella sigue caminando, pero nota que sus manos ya no están entrelazadas, y se gira para ver que pasa. Lo encuentra con la barbilla hacia arriba, apuntando a las estrellas, taciturno.
-¿Pasa algo cariño?
-No, nada -contestó el chico, aún mirando al cielo.
Pero ella sabía que esa actitud no era normal.
-Te dejo solo, tómate tu tiempo.
-Espera, mira hacia arriba, ¿ves todas esas estrellas?
-Sí, las veo.
-Están ahí porque alguien las puso para ti.
-Oh...
-¿Te gusta?
-Claro... en la ciudad no se ven así.
-Te las regalo, son todas para ti, alguien las puso ahí para ti, ahora yo te las regalo. Cuando mires al cielo, si alguna vez no estás conmigo, recuerda que todo el firmamento, todas las estrellas son tuyas, y así tendrás fuerza para llegar tan lejos como te propongas.
-Lo haré, te quiero mi cielo...
-Y yo también princesa.
Ambos se fundieron en un intenso beso bajo esas estrellas que ahora tenían dueña, soñando con que el fín nunca llegaría.

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