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miércoles, 23 de marzo de 2011

Valentía

Y se sienta en la orilla del mar. Y siente como el agua fría y salada roza los dedos de sus pies. Y piensa en él. Mira al horizonte, divisa un pequeño barco velero, que se mece al compás de la marea, y piensa en él. Se da cuenta de que no puede negar lo evidente. Y entonces lo llama. Espera impaciente escuchar su voz al otro lado del teléfono, pero las señales de llamada no cesan, no responde. Y cuelgas triste, sabiendo que nunca más volverá a tener el valor de llamarlo.
De pronto, desesperada, mira al cielo, mira al cielo y piensa en él.

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