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domingo, 20 de marzo de 2011

La fugacidad, la vida.


De acuerdo con Jorge Manrique: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir". Es increíble como pasa la vida, como ves a personas que ya han vivido, postradas en una silla, sin mucha concepción de la realidad, rodeadas de personas como ellas.
Como decían los místicos, como encerrados en la propia cárcel de sus cuerpos, esperando que llegue el momento de dejar todo esto, de olvidar lo que han vivido. Como decía el gran Garcilaso de la Vega, ya tendrán cubierta de nieve la hermosa cumbre.
Y te miran con la mirada perdida, sin reaccionar muy bien a ningún estímulo, a nada. Llegan a convertirse en seres apáticos, ni sienten ni padecen. Y es triste pensar desde fuera, que algunas de esas personas son consicentes de que se les acaba la vida, son conscientes de que ya no son autosuficientes, que dependen de los demás para seguir viviendo. Para seguir latentes.
Son algunas conscientes de que les queda muy poco, y ven sus limitaciones. Aquellas cosas que ya nunca más podrán hacer. Solo les queda subsistir el tiempo que les resta. Sin más ilusión que la de qué plato de comida les tocará saborear hoy. Algunas tienen fe, tienen eso que les ayuda a seguir, y es creer que despues de la vida, hay un lugar eterno, un lugar en el que no existan los problemas, y en el que la felicidad sea todos los estados de ánimos existentes. Es laudible la postura de estas personas, cuando te hablan de Dios y creen firmemente en que podrás cruzarse con él en la otra vida.

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