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lunes, 22 de noviembre de 2010

Perdona si te llamo AMOR....

-¿Sabes lo que pienso? No sé lo que te habrá pasado, pero tú le tienes miedo al amor.
+¿Miedo al amor yo? Si acaso miedo a encontrarme en una situación como la tuya. Ya no puedes pasar sin ello, te has acostumbrado. En realidad, te gustaría poder pasar, pero te da miedo. ¡Tú eres la que tiene miedo! Y no al amor, sino a...
no saber estar sola, querida Erica. Se sabe lo que se deja, pero no lo que se encuentra.



Un beso, manos que se entrelazan, ojos que se buscan, esa vez, momento único, que desearías que no acabase, que fuese el inicio de todo, descubrirse vulnerables y frágiles, curiosos y dulces, una explosión.


Alguien dijo que hay un tiempo para cada cosa. ¿Y ahora? ¿De qué tiempo se trata? ¿Qué más puedo esperar? Es una llamarada súbita. Y hambre. Y deseo. Y ya no entiendo nada. Y miro por la ventana y siento otros olores y el vecino tiene las luces apagadas y ahora es ella quien me empuja, y lo hace con dulzura y me sonríe y me estira las piernas, y se tumba sobre mí.


Y un hombre que no la conoce, no la deja sola. Se levanta él también. Se le acerca. Ella le sonríe. Abre los ojos y coge esas manos que la buscan. A lo mejor lo estaba esperando. Quién sabe. Y siguen bailando juntos, pequeños héroes que no sienten vergüenza ante esas notas que hablan de amor. Y se miran a los ojos y so...nríen sin malicia, sabedores de que algún día alguien los recordará.


-Me pareció que llamarte ese día hubiese sido como una de esas cosas que se hacen por obligación. Una de esas cosas que hacen las parejas que no tienen valor para olvidarse.
Alessandro alza la cabeza.
+¿Y tú ya te has llenado de valor?
-No. Lo estoy encontrando ahora. Te he echado de menos.
Alessandro no dice nada.
...-Te sigo echando de menos también ahora.
+Pues ahora estoy aquí.
-No, estás lejos.


-Alex...
+Sí.
-Prómetemelo.
+¿El qué?
-Lo que estoy pensando.
...Alessandro se inclina hacia delante. Niki tiene los ojos cerrados. Pero sonríe. Sabe que él la está mirando.
Entonces Alessandro la abraza con más fuerza. Y sonríe él también.
+Sí, te lo prometo...Amor.


Cuando una historia termina, el dolor, normalmente, es proporcional a la belleza del amor vivido. Y entonces, llegan puntuales, a traición, los recuerdos.


Le toma la cara entre las manos y la mira a los ojos, y mil palabras recorren esa mirada


Lo besa con esa boca que todavía sabe a amor, como una niña caprichosa que busca un beso y sabe que lo encontrará.



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