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lunes, 14 de marzo de 2011

La carta del adios

Pensé que siempre sería yo, que eso duraría muchos años. Y que cada noche, como siempre, sería yo la que besara tu frente y durmiera abrazada a tu pecho toda la noche. Pensé que al despertar, serías siempre tú lo primero que viese, sería tu sonrisa lo primero que me encontrara al abrir los ojos. Pensaba que siempre desayunaríamos juntos, que siempre discutiríamos por quién de los dos se ducha antes. Pero un día, apareció ella. Nunca antes te había visto tan extraño, tan evadido, tan lejos... Lo sabía, ahora lo tenía claro. Ahora será ella. Tú y ella.
Ella besará tu frente antes de dormir, ella discutirá contigo por quién recoge los vasos del desayuno, ella te sonreirá cada mañana al despertarte.
Sé que aún no me has dicho nada, pero no es necesario. Se cuando las cosas llegan a su límite, y me duele porque se que no ha pasado nada. Que no hay ningún motivo consistente por el cual te hayas olvidado de mi. Me duele porque la última vez que discutimos, tuvimos la reconciliación más bonita que jamás hemos tenido. Me duele porque faltan motivos. Porque a mi me sobra amor. Pero no, no voy a esperar a que tú me lo digas, a que llegues y me sueltes que ya es tarde, que no hay vuelta atrás, que no querías que pasara, que lo sientes. Porque entonces cambiaré mi imagen sobre ti, porque a partir de ahí, cuando te recuerde, veré a un hipócrita que no tuvo valor de decirme antes que ya no sentía amor por mi.Porque no me creeré esas palabras de arrepentimiento, porque no lo sentirás realmente. No voy a esperarte, espero que no te arrepientas nunca de este paso que estas dando...
Me voy, ¿sabes? hay quien dice que una retirada a tiempo es una victoria.

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